Dentro de una cabeza distraída, fanteseosa e imprudente, empiezo la búsqueda de ciertas palabras bandidas y burlescas, quienes en el lapso de unos cuantos años (juraría fue sólo un instante) escaparon a las profundidades de esta mente olvidadiza y temperamental, que parece renegar de la existencia de éstas.
Ofrezco un miles de monedas de oro a quien me entregue estas palabras, una a una.. no, sería cómodo de mi parte esperar que me las entreguen así sin más, entonces a quien me dé pistas de cómo encontrar (o reencontrar) a estas olvidadas pero latentes palabras.